Perdona a tus enemigos, pero nunca olvides sus nombres». – John F. Kennedy
Como ya vimos en la Primera Parte: Cómo Manejar los Litigios de la Iglesia: No Se Trata de Perdón, no sentir más enojo o resentimiento hacia otra persona que nos ofendió conlleva la evolución de un estado emocional y no siempre implica reconciliación.
Muchas ofensas que derivan en un litigio tienen que ver con una vulneración de la confianza. Cuando se vulnera la confianza, es posible que una persona conceda su perdón, pero la restitución de la confianza lleva mucho más tiempo. Esto se debe a que la ofensa conlleva una decepción tan profunda que es casi imposible reconstruir la confianza.
Aquí, el poder del infractor para engañar es mayor que el poder que tiene la mayoría de las personas para discernir el engaño. Una vez que se vulneran ciertos tipos de confianza, no pueden recuperarse. Cuando esa persona (a la que llamaremos «infractor engañoso») proclama su restitución, dicha proclama debe tomarse con precaución. Esa persona ha pasado gran parte de su vida perfeccionando su habilidad para engañar. Aunque podemos perdonar a estas personas, no siempre es posible tenerles confianza absoluta.
Aquí se plantea la pregunta: ¿quién recibe el beneficio de la duda, el infractor engañoso que quizá haya cambiado, o las personas de la iglesia?
¿PUEDE HABER COMUNIÓN DESPUÉS DE UN LITIGIO?
Una vez resuelto un litigio, ¿un infractor engañoso puede regresar y continuar en el ministerio de la iglesia de cualquier modo? Cuando esa persona vulneró la confianza depositada en ella, ¿debe ser restituida totalmente y sin restricciones? En algunos casos algún grado de restitución es posible. En cambio, en otros casos no puede existir ni desearse la restitución. Puede haber una restitución parcial en la que la persona que ofende se reincorpora a la congregación y asiste al culto; sin embargo, la confianza total en un infractor engañoso puede ser algo más difícil de lograr.Puede concederse perdón a un infractor engañoso; aun así, es posible que se le pida abstenerse del ministerio voluntario. El motivo es que muchas personas consideran que quienes participan en el ministerio voluntario son absolutamente confiables. Si se le permitiera a un infractor engañoso participar como voluntario estaríamos asegurando que es una persona totalmente confiable cuando en realidad no lo es. Confiar de manera ciega en un infractor engañoso no es sinónimo de perdón; sólo demuestra insensatez y falta de criterio.
En estas situaciones, muchos afirman que no podemos juzgar a la persona y la sinceridad de su arrepentimiento. No somos capaces de discernir si alguien ha cambiado o no; no es algo que nos corresponde juzgar. Lo que sí podemos y debemos juzgar es la conducta, y el mejor indicador del comportamiento futuro es la conducta pasada. La conducta pasada demuestra una debilidad o tendencia. Es el único elemento con el cual podemos predecir el futuro. Es mejor dejar que un infractor engañoso pierda el honor de participar en el servicio voluntario que restituirlos a una posición de confianza, donde la iglesia y algunos de sus miembros más vulnerables podrían volver a sufrir daño.
Aunque debemos dejar que Dios juzgue la sinceridad del arrepentimiento, también es preciso que comprendamos que la principal herramienta del infractor es el engaño. Aunque puede parecer una afirmación dura, es necesaria para alcanzar un equilibrio entre restituir a una persona y preservar un ambiente de adoración seguro.
CUÁNDO NO DEBE RESTITUIRSE A UN INFRACTOR
Veamos tres ejemplos en los que un «infractor engañoso» ha causado daño a la iglesia y no debería ser restituido a su posición de confianza anterior dentro de la congregación:- Abuso infantil: Las personas que han sido condenadas por abuso infantil deben ser sometidas a una supervisión minuciosa cuando vuelven al culto junto a la congregación. No debe permitirse que estas personas trabajen en programas del ministerio infantil o juvenil.
- Robo o desfalco: No debe permitirse que personas que han robado bienes o fondos de la iglesia tengan la oportunidad de robar por segunda vez; no se los debe restituir a posiciones de confianza que ofrecen oportunidades financieras.
- Estafa a miembros de la iglesia: No debe permitirse que personas que participaron en planes fraudulentos o timos ocupen posiciones de liderazgo, que les darán fácil acceso a los miembros de la iglesia y a sus finanzas personales.
MODOS DE RESTAURAR A UN INFRACTOR A LA COMUNIÓN DESPUÉS DE UN LITIGIO
Puede ser muy difícil trabajar con infractores engañosos que han vulnerado la confianza que se les otorgó en el pasado. Los pastores y líderes de la iglesia deben buscar oportunidades donde sea mínima la tentación para que estas personas vuelvan a hacer daño. Las personas sinceras deberían valorar las restricciones adecuadas que la iglesia les impone y que demuestran su preocupación, y también el hecho de que la iglesia busque maneras de usar su talento en algún ministerio significativo.Sea honesto y directo al hablar sobre las restricciones con la persona, de modo que éstas queden claras para todos. Pida la opinión de la persona sobre las áreas en las que ésta cree que su talento podría ser de más utilidad para la congregación. En el caso de ciertas categorías de ofensas, como el abuso infantil y el desfalco, los actos anteriores pueden hacer que no pueda garantizarse que los infractores no vayan a incurrir en actos similares en el futuro. Los líderes de la iglesia deben tenerlo en cuenta y consultar con el tenedor de su póliza para comprender el riesgo al que se exponen.
Si los líderes de la iglesia consideran que, a pesar de lo sucedido, la persona puede contribuir con seguridad al ministerio de la congregación, podrá otorgarse una vez más el privilegio de servicio. Pedir perdón significa aceptar las consecuencias y hacerse cargo de los actos dañinos infligidos en el pasado. Las restricciones que se impongan son un precio bajo a cambio de ser restituido en una congregación.
El perdón es necesario y deberíamos pedir y conceder perdón a los demás libremente, pero el perdón no es la solución de todo. Aun así, los infractores engañosos que son restituidos a la congregación deben ser sometidos a control. El valioso consejo del ex presidente de los Estados Unidos Ronald Reagan sigue vigente en la actualidad: «Confíen pero verifiquen».